26 Sep EL ARTE DE SILENCIAR LA MENTE
Una persona que piensa todo el tiempo, no tiene nada más que pensar que en pensamientos. Es así como pierde el contacto con la realidad y vive en un mundo de ilusiones y proyecciones mentales dirigidas al pasado o al futuro.
Pensar todo el tiempo significa específicamente “charlas permitidas, automáticas e incesantes en la cabeza”, repeticiones perpetuas y compulsivas de palabras.
A pesar del uso que la mayor parte de nuestro tiempo le damos a la mente y a los pensamientos, la realidad es que pensar no es malo. Como cualquier otra cosa, el pensamiento y la mente son útiles si son usadas con moderación. Usada en su justa medida, la mente pasa a ser lo que siempre fue y debe ser: “un buen sirviente y pésimo amo”.
Conforme pasan los años, todas las supuestas personas civilizadas se han vuelto locas y autodestructivas. A través del pensamiento excesivo, se ha perdido inexorablemente el contacto con la realidad.
De tanto pensar, la mayoría de nosotros está ya acostumbrada a vivir más en conceptos que en experiencias externas; preferimos dinero en vez de riqueza tangible; preferimos arruinar una gran ocasión dedicando nuestro tiempo a fotografiarla que a experimentarla intensamente en el presente; preferimos viajar por Wikipedia que arriesgarnos a vivir la aventura de movernos hacia lo desconocido.
Vivir la vida como concepto, como abstracción y no como una experiencia personal, es un desastre evolutivo de nuestra raza.
Para volver a entrar en contacto con la realidad y volver a humanizar dentro de nosotros la experiencia de vivir, existe un arte, una práctica ancestral, harto olvidada, despreciada y profundamente enriquecedora: el arte del silencio temporal de la mente.
La práctica del silencio de la mente supone detener la ininterrumpida cascada de pensamientos, ideas, conceptos, proyecciones, juicios, valoraciones y opiniones que día tras día y noche tras noche secuestran nuestro tiempo. Pero hacerlo no consiste en forzar a la mente a que guarde silencio. Eso sería tratar de frenar el curso de un río dando martillazos sobre el agua. El agua solo se vuelve clara y tranquila cuando la dejas sola, reposando. Observa el río de tus pensamientos. No trates de detenerlo. Solo observa. Practica el arte de aparentar no hacer nada…
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