Una Paradoja Vital- Rafael Rueda- Facilitador de Consciencia
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Una Paradoja Vital

VIVIR A TRES TIEMPOS

 

En el universo del que formamos parte, tan solo es observable un 5% del todo. La ciencia sabe que nada es dejado al azar y que el ser humano, mientras padece su condición de mortal, busca y necesita respuestas. Al igual que nuestro universo, nuestros sentidos no perciben la mayor parte de la realidad que vivimos. Nuestro pensamiento se desplaza en forma de ondas y se convierte en el único responsable de la realidad, siendo el acto tan solo una consecuencia incontrolable del mismo. Vivimos la historia que imaginamos, cosechando de continuo, y sin saberlo, el resultado pasado de nuestros pensamientos. ¿Cómo funciona este mecanismo prodigioso que casi nadie utiliza conscientemente y que es conocido desde la noche de los tiempos?

 

 

Desde hace siglos y en contra de nuestra propia naturaleza y extraordinario diseño biológico, nos hemos vuelto lentos y predecibles con el uso masivo e indiscriminado de la razón y de la reflexión. Desconocemos el motivo de la existencia, vivimos las noches sin saber para qué sirve soñar, durante el día no controlamos los pensamientos y los emitimos de forma masiva desconociendo sus implicaciones. Dando de continuo la espalda a nuestra genética, padecemos sufrimiento, creemos que forma parte de nuestra propia naturaleza y nos sentimos incapaces de encontrar la forma de resolverlo.

 

 

La intuición y el instinto, como información que viaja a velocidades superlumínicas y por tanto imperceptibles, la utilidad del sueño paradójico, y la relatividad del espacio y el tiempo en el que vivimos, son principios que están a disposición de cualquier ser vivo que pretenda utilizarlos pero que casi nadie utiliza.

 

 

Es de sobra conocido por la ciencia que el cerebro humano no es el origen de ninguna información ni tampoco es el almacén de las experiencias que vivimos. La memoria cerebral no existe. La única memoria disponible para el ser humano y que es instantánea, se ubica en el agua de los millones de células que componen su organismo. Siendo esto así, ¿de dónde proceden las informaciones que procesa y de las que somos conscientes alrededor de un segundo después? Por este extraordinario descubrimiento, es conocido que el Ser Humano es programado, sin excepción, por informaciones benéficas o nocivas que no proceden de él mismo y que determinan el presente instantáneo en el que vive. Es precisamente la ignorancia de este hecho la que provoca que se viva mal y que se padezca un repetitivo sufrimiento que aunque pueda aliviarse o discontinuarse, nunca termina por resolverse definitivamente.

 

 

Si de manera completamente natural el ser humano estuviera biológicamente diseñado para que pudiera solucionar sus problemas sin tener que usar la tan pesada y lenta reflexión, si pudiera obtener respuestas accediendo a los misterios que aguardan más allá de sus sentidos, si el futuro existiera antes que el presente y pudiera prevenirse para evitar experiencias desagradables que no corresponde vivir y, si en definitiva se pudiera, además de sobrevivir, vivir bien sin ningún esfuerzo, ¿no sería ésta la auténtica videncia que en épocas de antaño los antiguos utilizaban?

 

 

El Ser Humano lleva mucho tiempo siendo un completo irresponsable de las informaciones que maneja, ya sea que las reciba, que las emita o ambas cosas. Se ha dedicado a anteponer el acto al pensamiento, desconociendo que para vivir bien hay que hacer exactamente lo contrario. El acto es solo consecuencia, no es causa.

 

 

Son demasiados años no siendo conscientes de que estamos biológicamente diseñados para filtrar aquellas informaciones que nos permitan prevenir futuros para los que no estamos hechos y que no nos interesa vivir. Debemos prevenir el futuro y anteponerlo al presente para vivir programados exclusivamente por las informaciones que nos hacen estar sanos y felices. No se trata de programarse ni de desprogramarse. Nuestro cerebro no admite tales acciones. No maneja información propia. Nadie lo hace en contra de la creencia común, incluso entre profesionales dedicados a la salud.

 

 

Equilibrarse completamente supone la necesidad de abrirse a nuevos horizontes que discutan seriamente ideas, dogmas y prejuicios larga y profundamente establecidos en la cultura, la educación, la medicina, la filosofía y la religión.

 

 

Frecuentemente, preferimos ignorar la verdad y mantener nuestro sufrimiento, que conocerla y responsabilizarnos del cambio definitivo. Empleamos tan torpemente en nuestra cotidianidad las propiedades físicas del espacio y del tiempo que cuesta creerse que sobrevivamos como lo hacemos.

 

 

Por arrogancia, por miedo y por querer continuamente vivir lo que consideramos que nos conviene usando la voluntad, evitamos, sin saberlo, conocer la más simple e importante ley vital: Que no se trata de uno mismo.

 

 

Si usted está dispuesto a recordar lo que ahora mismo no sabe, estará como nunca en condiciones de ser y hacer lo que nunca fue ni hizo.

 

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