EL PODER DE LA MENTE.
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PIENSA BIEN O PIENSA MAL

PIENSA BIEN O PIENSA MAL

El miedo es mucho más nocivo que cualquier otra causa susceptible de generar malestar y que podamos considerar externa. La diferencia entre sentirse sano o enfermo tan solo consiste en la existencia de un sentido pensamiento positivo o negativo.  

Un “Nocebo” es una convicción o creencia negativa que es capaz de generar cualquier tipo de enfermedad e incluso la muerte.

Uno de los mayores problemas globales a nivel humano con respecto a la consideración  de la salud y la enfermedad, es la percepción y creencia general de que los productos farmacéuticos son la única forma de recuperar la salud. En esta creencia influye mucho el continuo bombardeo mediante los medios de comunicación de anuncios referidos a medicamentos y terapias farmacológicas de todo tipo.

La verdad ampliamente demostrada, sin embargo, es que los fármacos no solo no resuelven la dolencia física o psicológica sino que en muchos casos las empeoran.

El poder financiero de la industria farmacéutica es usado para manipular los planes de estudios de las facultades de medicina de todo el mundo, de forma que los nuevos médicos  menosprecian de continuo el poder de la mente humana y son alentados a recetar medicación y así cumplir con los objetivos comerciales de los grandes laboratorios farmacéuticos.

Los médicos están muy acostumbrados a descartar el poder que tiene nuestra mente en la salud. Sin embargo, es muy curioso que la ciencia ratifica una y otra vez que dos tercios de todas las intervenciones médicas exitosas se deben al Efecto Placebo.

El Efecto Placebo es una expresión rotunda del poder de la mente humana sobre el mundo material percibido por nuestros sentidos. El Efecto Placebo rebela la influencia que el pensamiento positivo tiene sobre la efectividad de cualquier “tratamiento”, y lo hace teniendo el paciente la certeza  de que ese tratamiento le proporciona una experiencia de curación cuando en realidad, es simulado.

Cuando los laboratorios farmacéuticos sintetizan fármacos realizan pruebas de efectividad mediante ensayos clínicos en población sana y enferma. Por ejemplo, se administra el fármaco en estudio a un grupo de 100 personas para demostrar que sirve y se le da un placebo a otro grupo también de 100 personas para comparar los resultados. De las 100 personas que toman el principio activo, 75 mejorarán los síntomas de su dolencia pero al mismo tiempo, también alrededor de 75 personas del grupo placebo mejorarán sus síntomas porque creen que están tomando el fármaco.

Estos resultados en laboratorio muestran que nuestras creencias cambian nuestra biología. La ciencia sabe que cuando una persona cree con convicción que está tomando o haciendo algo que va a beneficiarle, su sistema nervioso se “programa” para que ese sea el resultado que se obtenga. Nuestro cerebro no distingue entre ficción o realidad y siempre hace caso sin polémica alguna a lo que la persona dice y siente que es verdad. Tan sorprendente es este mecanismo natural de nuestro cerebro que se ha demostrado que cuando la persona ingiere el placebo, su sistema nervioso sintetiza el mismo principio activo de que se compone el fármaco auténtico que no ha tomado.

Ante estos sorprendentes resultados de sobra conocidos aunque no manifestados masivamente a la sociedad, la pregunta que podemos hacernos es: ¿Es la sustancia inerte la que genera la mejora o sanación, o es la capacidad innata que el organismo humano tiene para curarse la que produce estos efectos?

Si estos efectos son producidos por la creencia y convicción positivas, ¿qué efecto no tendrán las negativas? La pregunta es retórica porque, por supuesto, el efecto es igual o más poderoso pero en sentido contrario. Mientras que un placebo puede sanar cualquier padecimiento, un Nocebo o convicción negativa causa enfermedades e incluso la muerte.

En multitud de investigaciones científicas ha quedado de manifiesto el poder del pensamiento en la biología, lo cual refleja plenamente el principio básico defendido por la física cuántica, el cual dice que la Consciencia es el factor que controla, manifiesta y provee todas las experiencias que un ser humano puede vivir.

Cuando abrigamos miedo se produce un cambio drástico en la funcionalidad cerebral que genera como consecuencia la liberación de neuroquímicos que, si son mantenidos en el tiempo, provocan el colapso fisiológico de las funciones corporales. Es decir, el miedo, literalmente, intoxica, envenena interiormente al organismo.

Hoy la física, la biología y la psicología se dan la mano ante la irrefutable evidencia que  demuestra el poder de la consciencia para vivir sanamente nuestra realidad.

La conclusión de todas estas palabras que has leído es clara: piensa bien y vivirás bien.  

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