
27 Nov PERMANECER VACÍO
Imagina sentirte vacío de todo, en tu vida cotidiana, en situaciones que puedas considerar fáciles o difíciles, sentirte vacío de todo concepto y valoración acerca de las personas con las que habitualmente hablas e incluso de ti mismo. ¿Has explorado alguna vez el poder que puedes sentir cuando te quedas vacío de todo?
Explorando ese vacío, ese espacio interior, uno se da cuenta de que no es necesaria ninguna estrategia ni preparación porque hay una especial confianza desplegándose en tu corazón.
Al contrario que nuestra educación, la cual se basa en estar lleno de un montón de cosas acerca de conceptos, materias, hechos, y estrategias y técnicas sobre cómo ser mejor persona, cómo influenciar a la gente o cómo ser más exitoso socialmente y en los negocios, puedes encontrar esta profunda y hermosa verdad: Vacío total ante cualquier situación, dejar simplemente que lo que tenga que ser surja.
Vacío, sin planificación, sin estrategia, sin teoría ni expectativas. Y, ¿qué vas a decir? No lo sabes. ¿Cómo vas a comportarte? No lo sabes. No necesitas saberlo. Es la intención pura de dejarse sorprender por el momento, en la serenidad y quietud interior de que algo surgirá. ¿Y por qué habrías de tener esa actitud? Porque quieres vivir la experiencia sin incorporar nada de tu pasado, quieres frescor, originalidad, presente supremo, quieres un momento, una experiencia en que todo esté por crear, una experiencia en que toda creación acontezca sin intervención de la mente, procedente de la inspiración, de la creatividad, del sentido común del corazón, sin temor alguno y sin nada que querer anticipar.
Sin embargo, estamos acostumbrados a sentir la necesidad de estudiar y aprender muchas cosas y a no hacerlo por mera curiosidad y diversión. Nos sentimos obligados a hacerlo, personal, social y culturalmente. ¿Por qué? Porque estamos asustados, sentimos que vivimos en un mundo amenazante aunque nadie nos lo haya dicho directamente. Ese mensaje ha calado en nuestra mente. Reside en ella como una marca imborrable y es esa sensación la que dirige casi cualquier cosa que decimos o hacemos.
Llenarse continuamente o vaciarse. Llenarse de conocimiento y de información por miedo, o vaciarse por completo ante persona y situación para sentir la libertad del Ser. Permitirse “Ser nada”.
¿Conoces esa libertad de no “tener que ser nada”? Si la conoces no tienes que sentirte obligado a contarlo, al contrario, permanece con esa experiencia en ti, en tu plena intimidad, así nadie podrá proyectarte las valoraciones que proceden de su propio temperamento.
Si has descubierto el poder de ese vacío interior, sabes por experiencia lo que es conectar con la verdadera intuición, con la espontaneidad, la felicidad y la naturalidad más puras, con el espacio más tuyo y que más te aporta.
Cuanta más importancia concedas a tu mente y a la identidad que has creado en base a ella, menos vas a poder creer, crear y vivir esta experiencia de vacío interno. Sentirás miedo y necesidad de control, querrás retener, poseer o asegurar.
Hay un lugar para el control pero no es el que proviene de tu mente. El control adecuado se presentará de forma automática cuando sea necesario, incluso haciendo planes. A veces hay que hacerlos, pero tu ser, tu vacío interior te guiará sin que tengas que malgastar energía mediante el uso de tus facultades mentales. Eso sería un auténtico desperdicio.
Quien se siente libre de motivaciones personales, es quien puede experimentar lo que significa el goce de la felicidad. Quien no cultiva expectativas, planes, estrategias, sistemas ni métodos, fluye en absoluta armonía siendo en sí mismo la expresión de la vida tal y cual es, no como una proyección o aproximación a la misma. Quien se vacía, abandona los conceptos y se sumerge en la experiencia pura.
Surge la confianza, la receptividad de una forma muy natural, se siente la relajación que aporta el espacio vacío para crear lo nuevo momento a momento. Creando con espacio para hacerlo, con confianza y sin temor, hay más amor para dar y darte. Dando amor, pierde sentido la competición.
Competir solo encuentra su sentido en la mente, en lo externo. No es posible competir en lo interno, en la inspiración y la creatividad que nacen del espacio íntimo y sereno del propio Ser.
Espacio, serenidad, amor, silencio, paz. El descubrimiento del estado que sobrepasa todos los principios y todos los finales. El estado en que no se teme ni a la vida ni a la muerte.
El Ser Humano es un gran barco para ser navegado. Permite que sea el Ser su capitán, no la mente.
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